Franz Kafka (1883-1924) es acaso la aposición más verdadera de Praga. Hay algo de su magnética belleza urbana que esconde un profundo malestar. Esta dualidad hace de Praga una de las ciudades más sombríamente encantadoras. Y se disfruta como un delicioso pastel de chocolate con ínfimos trozos de vidrio en su interior.
“Este pequeño círculo encierra toda mi vida”, pronunció una vez el escritor sobre la Staré Mesto (“ciudad vieja”) de Praga. Para los lectores de Kafka, el recorrido de ese círculo se convierte en una íntima procesión que culmina con una sublime certeza: sabemos más de Kafka porque conocemos Praga, y sabemos más de Praga porque leímos a Kafka.
En 30 minutos de caminata se puede visitar la Praga de Kafka. El itinerario incluye: la Compañía de Seguros de Accidentes Laborales (Na poříčí 7), donde trabajó durante catorce años. La Torre de la Pólvora y la Casa Municipal, que encontraba de regreso a casa. La Casa de los Reyes Magos (Celetná 3), donde los Kafka vivieron de 1893 a 1907. La Casa Sixt (Celetná 2), donde Kafka vivió parte de su infancia.
La Casa del Unicornio (Staroměstské náměstí 17) albergaba el salón literario de Berta Fanta, a menudo visitado con Max Brod. La Casa del Minuto, edificio donde vivió parte de su niñez y adolescencia. La Casa natal de Franz Kafka, con un busto del autor en náměstí Franze Kafky. Los Pisos de soltero en Dlouhá 16 y Bilková 22. La Estatua de Franz Kafka y los Jardines del Hotel Intercontinental, donde hay otro apartamento de la familia.
El Museo Franz Kafka se encuentra del otro lado de la ciudad, cruzando el río Moldava, en Malá Strana (“barrio pequeño”). Este moderno museo propone una exhibición única montada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) sobre la relación entre Kafka y la ciudad. Se pueden ver primeras ediciones, cartas y diarios del escritor, instalaciones 3D y diversas piezas audiovisuales. Un gran montaje, para no perdérselo.
Consejo: recuperar la alegría de vivir en un pub con cerveza checa.
