Meditar en Malawi, África

lago malawi

Si Malawi no se hubiera bautizado a sí mismo «el corazón cálido de África», alguien más lo habría hecho. Lo que a la analogía le falta para ser anatómicamente correcta (el país ocupa una diminuta franja del sureste de África), la gente lo compensa con un trato amistoso congénito. Digamos, por ejemplo, que conduces a lo largo del Valle del Gran Rift, si el autobús se sobrecalienta, será cuestión de segundos antes de que aparezca la versión de Malawi de una asociación para auxilios a automovilistas: una aldeana con un tambo de anticongelante sobre la cabeza, un bebé en la espalda y en el rostro una sonrisa que es una marca registrada.

«Esa amabilidad, –combinada con la apacibilidad y la variedad de escenarios del país– es lo que encanta a los visitantes». La mayoría de los viajeros se congregan alrededor del Lago Malawi, el tercero más grande de África. Con una superficie que representa casi una tercera parte del país; el lago produce la impresión de ser un océano (hay más especies de peces que en cualquier otro lago en el planeta), se practica el buceo con esnórquel y hay vagabundos de playa

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