El Kremlin en Moscú

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A lo largo de  la historia el Kremlin fue concebido como símbolo del poder absoluto de un Estado imperial. Todo lo que se esconde detrás de su imponente muralla roja, todo lo que se alcanza a ver desde sus torres coronadas por estrellas de cristal rojo, evocan una historia de zares, patriarcas ortodoxos, suntuosas coronaciones y desfiles militares bajo la atenta mirada de Stalin. El último reseñable, Putin, el ex-presidente de Rusia, que poseía la estela de los gobernadores que en Rusia han sido desde que el príncipe Yuri Dolguruki mandara construir, en 1156, sobre este solar, la primigenia fortaleza de madera.

No todo el recinto está abierto al público, pero sí pueden visitarse las catedrales de la Anunciación, de la Asunción y del arcángel; la iglesia del Manto de la Virgen, el campanario de Iván el Grande, el Palacio Facetado, el Palacio Terem, el Gran Palacio del Kremlin y La Armería. Entre los edificios del Arsenal y el Senado se encuentra la plaza Senatskaya. Aquí, en verano, tiene lugar una ceremonia marcial que reúne elementos militares de diferentes épocas. A diferencia de la parada militar con misiles celebrada el pasado mayo (la primera en 18 años), el inocente ritual del Klremlin no pretende reafirmar simbólicamente la posicisón de Rusia en el tablero internacional, sino entretener a los turistas.

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